En tus casas
El sol que inunda la playa
también enhebra ventanas
de hogares bien horneados,
encalados y fruncidos.
Sin aldabas ni pestillos
sin contraseñas ni timbres,
en tus casas, si lo pienso,
las puertas casi no existen.
Y el aire que sopla del este
amenazando sombrillas
también se mueve silvestre
en los estrechos caminos.
Bailando entre remolinos
en un rincón de la calle,
haciendo saltar las hojas
entre adoquines australes.
Y en tus casas, si lo pienso,
los tesoros personales.
El sur huele siempre a romero
y a sugerente cocina
a surtidor de flamenco
y a suerte mal repartida.
Naranjos y limoneros
que no llegan a la orilla.
Y en tus casas, si lo pienso,
se entiende mejor la vida.
Todo lo que se vende
de tu infinito folclore
no llega nunca a la sombra
de todo lo que tú escondes
Por eso me gusta tu tiempo
y caminarte sin orden,
bañado de la luz clara
que se pronuncia en tu nombre.
Y en tus casas, si lo pienso,
debiera morir el hombre.
también disponible en: