Sierra de Sevilla.
En la ribera del río rasean las corrientes,
como rumores tempranos inocentemente verdes.
Las algazaras de alas percuten bajo las nubes.
Las piedras guardan silencio como prudentes baúles.
Las ramas y los cabellos se acunan al mismo orden.
El amanecer dura un siglo en el alcornocal del monte.
Las liebres corren, en cambio, a lomos de un rayo vivo.
Palpita en sus corazones un colibrí ambulativo.
El cielo es una cortina que no quiere descorrerse.
El sol lacera la orilla sembrando el oro a sus pies.
Abro los ojos desnudos, estrenando los colores.
y me siento como Dios después de crear el mundo.
No quiero ser otro verso enterrado en tu memoria.
Quiero ser jara eterna, lavándula o lentisco.
Quiero saber que en tus tierras dormiré con el quejigo
bajo las sombras serenas del fresno y de los alisos.
Sierra de Sevilla es un poema bucólico que recrea el poder profundo del paisaje interior de la sierra andaluza. En este poema se destaca la soberanía del monte andaluz, de su flora discreta y su fauna silenciosa, de su cielo rotundo y su insondable descanso. El silencio, la calma y el sosiego de la cultura andaluza tiene su raíz en el interior del campo, en la contemplación del monte, en sus gentes. Esa calma de la propia vegetación que contrasta con la imagen festivalera que se exporta más allá de las fronteras andaluzas. Esa paz del viento en las ramas de los árboles frente al veloz paseo de la liebre. Ese reposo del arbusto firme frente al vuelo raudo de las aves. El pensamiento andaluz está lleno de contrastes que se fraguan en la reflexión serena y pausada del montaraz andaluz.
Glosario de términos:
Rasear: pasar al mismo nivel.
Algazara: Ruido de muchas voces juntas nacidas de la alegría.
Percutir: Golpe repetido.
Ambulativo: Aquel al que le gusta cambiar de morada.
Lacerar: Herir.
Jara: Arbusto siempre verde, de la familia de las Cistáceas, con ramas de color pardo rojizo, de uno a dos metros de altura, hojas muy viscosas, opuestas, sentadas, estrechas, lanceoladas, de haz lampiña de color verde oscuro, y envés velloso, algo blanquecino; flores grandes, pedunculadas, de corola blanca, frecuentemente con una mancha rojiza en la base de cada uno de los cinco pétalos, y fruto capsular, globoso, con diez divisiones, donde están las semillas.
Lavándula: Género de plantas labiadas al que pertenecen el espliego y el cantueso.